Capítulo 7: Que nos volvamos a ver


Ese sábado, en la escuela de Pía, las cosas para Malena, Lucas, y Estrella eran totalmente sorprendentes. Luces por todas partes, muchísimos chicos de su edad que no paraban de bailar, y música a todo volumen. Era la primera vez que estaban en una fiesta de verdad, y no podían creer lo que se habían estado perdiendo. Aunque, claro, no es muy común que los huérfanos sean invitados a fiestas.
—¡Este lugar está buenísimo, Pía! ¡Gracias por invitarnos! —exclamó Estrella, no pudiendo resistirse a dar ya sus primeros pasos de baile.
—¡Qué bueno que les guste! Los dejo acá en la pista mientras voy a buscar a unas amigas, ¿sí?
Pía se escabulló entre la gente y encontró a dos amigas suyas, ambas vestidas con ropa de última moda, al igual que ella.
—¿Es ese que vino con vos? —preguntó una de las chicas.
—Sí, el que baila con la enana —contestó Pía, refiriéndose a Malena—. El plan tiene que salir perfecto, ¿me escucharon?
—No te preocupes —dijo la chica que todavía no había hablado—, nosotras nunca fallamos en nada.

Mientras tanto, los buscadores bailaban cerca de la puerta, entre el resto de la gente.
—¡Nunca había estado en un lugar así! —dijo Lucas.
—Yo tampoco, ¡y lo mejor es que estamos juntos! —respondió Malena.
—Qué lástima que estás de novia, amiga. ¡Acá hay un montón de chicos re lindos! Y aparte todos bailan. A Úrsula le hubiera encantado venir, lástima que es tan chiquita.
Buena música a todo volumen, su cuerpo bailando al ritmo con total libertad, tres amigos suyos acompañándola, moverse alrededor de muchísimos chicos lindos que estaban bien vestidos.. Para Estrella eso era el paraíso.
Pía volvió un momento después con sus amigas y la presentó al grupo. Malena se aseguró de que ambas se enteraran al instante de que Lucas era su novio: sospechaba mucho de la actitud de Pía y no quería dejar lugar a malos entendidos ni a ningún plan malvado.
Cuando era un poco más tarde, una de las chicas arrojó toda su bebida sobre la ropa de Malena.
—¡¿Qué hacés, nena?! ¡Me manchaste toda! —exclamó enfadada.
—¡Ay, perdón! —se disculpó la amiga de Pía—. ¡Te juro que fue un accidente!
—Vení, vamos al baño a limpiarte, yo te ayudo —dijo la otra chica—. Pero dos personas son muy pocos. ¿Nos acompañás vos también, Estrella?
—Prefiero que venga Lucas —se quejó Malena. La idea de dejar a su novio a solas con Pía en medio de una fiesta no le gustaba nada.
—Es un varón, no lo van a dejar entrar al baño de mujeres —dijo Estrella—. No te preocupes, yo sé unos trucos de limpieza que te van a dejar la ropa como nueva en un segundo, vamos.
De mala manera y desconfiando, Malena no tuvo más opción que acceder e ir al baño con Estrella y las dos amigas de su nueva vecina y rival.


Mientras tanto, Soledad estaba en su cuarto, iluminada por el farol de «No dejes de buscar», revisando su viejo y diminuto baúl. Había pasado muchísimo tiempo desde la última vez que lo había revisado. Estaba lleno de cartas, recortes de diarios, y fotos. Ahora, junto a la luz cálida del farol y sobre la comodidad de su cama, sentía que era el momento indicado para refundar algunos momentos de su pasado.
En una de las fotos estaba ella con su papá y Clarita. Debía ser de al menos tres años atrás, ya que su papá Joaquín se veía tan sano como le gustaba recordarlo. Era mucho antes de involucrarse con la familia Del Solar.
Luego vio una foto con Josefina y Mentiritas. Ambos eran los más chicos del hogar allá en La Boca, y solían pelearse por obtener su atención.
La distrajo por último su propia imagen junto con el resto de los chicos del hogar. Nadia, aún teniendo solo 11 años en esa época, ya destacaba mucho del resto en altura. Todos tenían una sonrisa dibujada en la cara. A algunos de ellos no los había vuelto a ver, porque habían sido adoptados y se habían ido. Otros, como Mentiritas y Josefina, continuaban viviendo con ella ahora en Rincón de Luz.
Navegando en un montón de recuerdos e invadida por la notalgia, no fue hasta que sintió su cama rebotar que percibió la presencia de la niña que era ella misma en su niñez.
—¿Cómo vas a aparecer así? ¿Me querés matar de un susto? —exclamó.
—¡Perdón! Es que esta cama tiene tantos resortes que me tenté —se disculpó la niña, dejando de saltar sobre el colchón.
—¿Me vas a decir qué viniste a hacer?
La niña se recostó junto a ella, como acompañándola en observar las fotos.
—Cuánta gente ayudaste allá en La Boca, ¿no? —comentó, ignorando la pregunta de Soledad—. Qué lindo es ayudar a los que más lo necesitan. Los que no tienen a nada ni a nadie. Y hay tantos chicos nuevos allá que necesitan de vos…
Soledad la miró, preocupada.
—¿Qué querés decir con eso? ¿Me vas a decir para qué volviste a aparecer?
La niña se llevó una mano a la cara, exasperada.
—Sole, ya sabés que llegó la hora. No te hagas la tonta.
—¿La hora de qué?
—De volver a tu lugar. A tu casa. Con tu gente. ¡Con tus chicos!
Soledad se puso de pie y caminó hacia la ventana. Afuera hacía una noche tan fría, y adentro del cuarto se estaba tan a gusto. Era como una metáfora de su vida.
—Mi lugar es acá.
—Eso no es así, y lo sabés. Rincón de Luz fue un lugar al que viniste creyendo que venías a vengarte, pero terminaste mejorando las vidas de todos, incluyendo la tuya. Ahora que tu misión terminó, ya no es necesario que te quedes acá. Tenés que volver adonde sos más necesitada.
—Estás equivocada. Este también es mi lugar…
La niña la interrumpió. —Además no te hagas la desentendida conmigo, yo sé muy bien que extrañás un montón estar allá y a los chicos que se quedaron.
—¿Y vos cómo sabés eso?
—¿Hace falta que te recuerde que yo soy vos?
De repente Soledad se despertó. ¿Había sido todo un sueño?
Estaba en su cuarto, con su baúl de recuerdos desordenado, y el farol de mano todavía ardiendo. Aparentemente lo había soñado, sí.
Eso significaba que no había nada de qué preocuparse.
…Excepto el hecho de que la chica de su sueño tenía razón, y ella en el fondo lo sabía. A lo mejor realmente era tiempo de regresar a sus raíces… de dejar Rincón de Luz.


—¿Bailamos? —preguntó rápidamente Pía, aprovechando la oportunidad de estar a solas con Lucas.
—Bueno, dale.
Ambos regresaron a la pista de baile. Pía sabía que no iban a demorar mucho en limpiar a Malena, así que tenía que actuar rápido.
—Qué lindo que estás —dijo—. Bah, ya sos lindo. Pero para la fiesta te viniste mucho mejor que de costumbre.
—Gracias —contestó Lucas, desinteresadamente pero sin dejar de sonreír. La verdad era que estaba tan emocionado de estar por primera vez en una fiesta que no se daba cuenta de que su vecina estaba intentando seducirlo.
Entonces Pía vio que Malena estaba regresando. No le importaba la impresión que iba a dejar, era ahora nunca.
Sin pensarlo dos veces, se abalanzó sobre Lucas y lo abrazó, justo a tiempo para que tanto Malena como Estrella los vean así de juntos... sospechosamente juntos y excesivamente afectivos.
—¿Qué significa esto?
Malena acababa de llegar, provocando que Lucas y Pía se separen al instante.
—Ay, Male, no te pongas celosa. Ni que nos estuviéramos besando, nadie te va a robar a tu Luquitas —dijo Pía, riéndose. Parecía como que estaba disfrutando de ver a Malena enojarse.
—Me aburrí de esta fiesta. Volvamos al hogar —le dijo ella a Lucas, aunque sonó más a una orden.
—Yo no me voy a ningún lado. No empieces con tus celos, la estábamos pasando re bien hasta que te enojaste. —Lucas la miró con firmeza.
—Estrella y yo nos vamos a ir, no te vas a quedar acá solo. ¿O no, Estrella?
Malena buscó complicidad en su amiga y esta, aunque se moría de ganas de quedarse, asintió débilmente.
—No estoy solo, estoy con Pía y las amigas. Ustedes si quieren vayan, yo me voy a quedar un rato más.
—¿Sabés qué? —Malena suspiró—. Hacé lo que quieras, me tenés cansada. Vamos, Estrella —dijo, tomándola por el brazo y largándose, dejando a su novio a solas con su nueva peor enemiga.
—No te preocupes —dijo Pía—, ya se le va a pasar. Ahora olvidate de ella y sigamos bailando.


Esa misma noche, en el hogar, Betina estaba sentada en el despacho de Soledad, junto con Álvaro.
—¿Qué es eso tan importante que tenías que decirnos? —preguntaron ellos.
Ya lo había pensado mucho junto con su hermana, Pía, y sabía que el momento había llegado.
—Bueno, quería hablar de un tema muy serio con ustedes: estoy pensando en adoptar a uno de los chicos.
Álvaro se sobresaltó.
—Tiene que haber un error. Acá nunca se adoptó un chico —dijo.
—El proceso de adopción es muy común en todos los hogares de niños huérfanos, pero acá trabajamos diferente —intervino Soledad—. No buscamos que Rincón de Luz sea un lugar adonde los chicos pasen antes de encontrar una familia, sino que tratamos de que este mismo lugar sea una gran familia para todos ellos.
—Bueno, estoy segura de que este caso es bastante diferente con esta persona que quiero adoptar.
—¿Por qué? ¿A quién quiere adoptar?

—Quiero adoptar a Laura… porque es mi sobrina.

0 personas dejaron volar sus sueños:

¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

Escrito por Fundador

Twitter

Soñamos juntos con:



Soñamos juntos con:


PLL Arg

Ediciones Frutilla

Una nueva aventura comienza

Letra por letra

Seamos aliados



Seamos aliados


Busca la Luz