Capítulo 22: Nadie más


—No puedo creer que los hayamos visto y hayan salido corriendo —murmuró Amir con decepción. Ya era de noche y los chicos habían regresado al hogar con Clarita.
Estrella se dejó caer en el suelo, sentada. —Se escaparon como si quisiéramos hacerles algo malo. Nunca me sentí tan maltratada en mi vida.
—Y ahora están ahí, solos, en la calle… de noche. ¿No vamos a hacer nada? —preguntó Paco.

—No hay nada que podamos hacer más que seguir buscando mañana, de día —dijo Clarita—. Si damos aviso a la policía, nos ponemos en riesgo todos. Dios quiera que estén bien.
—Yo no creo que les esté pasando nada malo, Lucas se sabe manejar muy bien por la calle —afirmó Lucía.
Mateo abrazó a su amiga. —Sí, Malena también. Entre los dos la tienen más clara que todos nosotros juntos.
—¿Te imaginás lo feo que debe ser dormir en el asfalto, Josefita? Espero que a nosotras nunca nos pase eso —susurró Josefina a su muñeca, cuidándose de no ser oída por los demás.
—Tienen razón —intervino Nadia—, Lucas y Malena se saben cuidar muy bien, así que nosotros no tenemos que preocuparnos. Estoy segura de que mañana mismo van a volver, y ahora la están pasando tan bien juntos que hasta les debe estar doliendo la panza de tanto reírse.

Lucas y Malena se habrían reído si hubieran podido escuchar lo que sus amigos decían en ese momento: definitivamente vivir en la calle no tenía nada de divertido. Ambos habían decidido abandonar la plaza y recurrieron a juntar algunos cartones para poder dormir en una esquina de una zona de la ciudad no tan concurrida, y mucho más alejada del hogar.
—Qué lástima que no pudimos quedarnos allá, era mucho más cómodo —se lamentó Malena.
—Sí, pero… no podíamos. Además, por lo menos no pasamos frío. Qué bueno que todo esto lo estamos haciendo en verano. ¿Aprovechamos para cenar?
Lucas sacó de su mochila un trozo de pan. Lo dividió a la mitad y le entregó uno de los pedazos a Malena. Ambos se acostaron en los cartones, mirando el cielo. Había muchísimas estrellas: la noche estaba totalmente despejada.
—¿Qué estarán haciendo los chicos en el hogar? —se preguntó Malena, sin darse cuenta de que estaba hablando en voz alta.
—Deben estar preocupados por nosotros. Menos Mateo, él ya sabe que no nos va a pasar nada.
—Me gustaría poder creerlo yo también —admitió Malena—. No es como si todos esos días viviendo abajo del puente hayan sido los más seguros de nuestras vidas. Hambre y frío no era lo único que se pasaba… también miedo.
—Puede ser… pero bueno, no tenemos que pensar en esas cosas. ¿Sabés qué? Tendríamos que dormirnos ya. Vamos a necesitar mucha energía mañana temprano para ir por las panaderías a pedir. Si vamos muy tarde casi nunca nos dan nada, acordate.
—Tenés razón. Vamos a dormir, mañana seguimos. Buenas noches —se despidió Malena. Antes de cerrar los ojos, acostada, buscó en el cielo su estrella: la que la había acompañado en el bosque, y en el viaje de su antigua ciudad a esta. Estuvo algunos minutos buscándola en silencio, pero no la encontró por ninguna parte. ¿Acaso la había abandonado?
Esa noche Malena soñó que estaba en una montaña rusa. Estaba muy asustada, pero al mismo tiempo muy emocionada: en la bajada iba tan, pero tan rápido, que Malena apenas podía ver con todo el viento en su cara; el carril donde viajaba comenzaba a tambalearse hasta que finalmente se desvió hacia el tronco de un árbol que estaba al lado suyo, envistiéndola en las costillas.
El golpe fue tan fuerte que Malena despertó al instante, solo para darse cuenta de que en realidad no había sido un sueño: alguien realmente acababa de patearle las costillas, desplazándola varios centímetros sobre el suelo. Reconoció su mirada al instante: era Rocky.
—¡¿Qué hacés, estúpido?! —exclamó, pero entonces vio que Rocky sostenía una navaja en su mano derecha, con la cual estaba amenazándola.
—Dame toda la guita o te corto en pedacitos, flaca —gruñó Rocky.
Malena miró hacia donde estaba Lucas en busca de ayuda: este seguía dormido.
—Tranquilo, bajá eso. No tengo nada —mintió—. ¿No ves que estoy durmiendo en la calle?
—¿Y a mi qué me importa? Si saliste de ese orfanato seguro te llevaste algo de guita para tirar unos días, ¿o te pensás que soy idiota? No te lo voy a decir una vez más: dame la guita o sos boleta.
Malena se tomó un momento para pensar qué era lo que tenía que hacer: ¿Darle todo a Rocky? No, si fuese así no podrían sobrevivir un día más. ¿Salir corriendo? No podía dejar a Lucas solo. ¿Intentar golpear al delincuente para escapar ambos? Eso sería prácticamente un suicidio.
Rocky comenzó a acercarse más. Su mirada y su forma de hablar parecían muy alteradas por algún tipo de sustancia. Era como si no fuese él quien controlara su cuerpo. Malena contuvo la respiración y cerró los ojos, intentando pensar rápido. Estaba tan nerviosa que había comenzado a llorar.
Oyó un golpe de vidrio romperse y abrió los ojos, asustada. Durante una milésima de segundo no pudo ver nada más que oscuridad borrosa por las lágrimas. Se secó los ojos y entonces vio lo que acababa de suceder: Lucas había roto una botella de vino sobre la cabeza de Rocky, quien ahora estaba inconsciente en el suelo.
—¿Estás bien? —le dijo, acercándose y tomándola de las manos.
—Lucas… pensé que estabas durmiendo. Tuve mucho miedo —dijo Malena, intentando contener sus lágrimas.
—Estaba haciéndome el dormido para poder agarrarlo de atrás, pero no pude dormir en toda la noche de la preocupación. Si a vos te llega a pasar algo, me muero.
—Gracias.
—No me des las gracias. Lo volvería a hacer un millón de veces si fuese necesario. Siempre te voy a cuidar.
Se quedaron mirándose por varios momentos.
—No llores, por favor —le pidió él. Ella bajó la vista, avergonzada; entonces él volvió a levantársela y le secó algunas lágrimas con los dedos. Luego, sin poder contenerse, ambos se acercaron y comenzaron a besarse.
No era el escenario más romántico: Rocky estaba tirado en el suelo, herido; se habían escapado del hogar; apenas tenían para comer; y los cartones donde dormían todavía estaban esparcidos a pasos de distancia.

Pero, sin embargo, el resto de las cosas pareció desaparecer del universo: eran ellos dos, y solo ellos dos en el mundo. Nadie más.

2 comentarios:

  1. Execelente capítulo, me encata ver a Lucas y Male juntos

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  2. Me encanta!! La pareja de Malena y Lucas ����

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¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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