Capítulo 21: La solución


Cuando Lucía ingresó al comedor durante la mañana siguiente para desayunar, ya sabía que iba a recibir malas noticias: la mirada de Clarita lo decía todo.
—¿Qué le pasó a Lucas? —preguntó. El resto de los chicos estaba ingresando tras ella.
—Con Nadia acabamos de encontrar esto —dijo Clarita, acercándole la nota. Luego de leerla, Lucía sintió la desesperación saltar por su cuerpo.
—¡Se escapó! ¡Con Malena! ¡Mi hermano me abandonó de nuevo!

—Tu hermano no te abandonó —la consoló Nadia—, acá dice que es solo hasta que las cosas mejoren. Que va a volver por vos, y por todos.
—Primero se va Mentiritas, después Julián, y ahora él. ¡Tenemos que encontrarlo, Clarita! —exclamó Mateo.
—No te preocupes, los vamos a encontrar. Con Nadia vamos a salir a buscarlo ahora mismo.
—¡Yo también quiero ir! —dijo Mateo.
—¡Y yo! —añadió Lucía.
El resto de los chicos hicieron lo mismo.
—¡Bueno, esperen un poco! Hagamos una cosa: vos, Josefina, te quedás acá porque todavía sos muy chica. Nadia, vos quedate cuidándola a ella y a Joaquín. El resto vengan conmigo, encontremos a Lucas y a Malena, ¡pero divídanse en grupos y no anden solos nunca!
No pasaron treinta segundos desde que dijo eso que ya todos estaban en la calle, buscándolos en distintas direcciones. Nadia pasó la tarde intentando distraer a Josefina con trabajos y algunos juegos, pero entendía que no fuera suficiente.


—Conseguí esto. No es mucho, pero nos va a ayudar a aguantar bastante —dijo Lucas, entregándole a Malena un poco de pan.
—¿Cómo lo conseguiste? ¿No lo habrás…?
—¿Robado? ¡No! Pedí en una panadería de acá cerca y me lo dieron, igual que hacíamos cuando vivíamos abajo del puente. ¿O ya te olvidaste de esa época?
—No, claro que no —contestó, llevándose un trozo de pan a la boca—. Es que pasaron tantas cosas desde entonces… el hogar, Álvaro, Soledad, el bosque…
—Qué feo de mi parte haber elegido una plaza para vivir, después de que hayas pasado tanto tiempo en el bosque. ¿Cómo fue volver?
—Estuvo bien. En verano es un lugar re diferente… y además pude ver a Iñaki, que es un genio.
—Iñaki será un genio, pero yo fui el que tuvo la idea genial de vivir acá. Siempre hay mucha gente, así que no nos van a encontrar nunca. —dijo Lucas triunfante, y luego agregó—: Además acá vive un montón de gente de la calle, así que no vamos a llamar la atención tampoco.
—¿Qué pasó? ¿Te pusiste celoso? —bromeó Malena.
—¿Celoso, yo? ¿Qué decís? —rió él, aunque algo avergonzado.
—¡Te pusiste colorado!
—¡Nada que ver, nena! ¡Dejá de inventar cosas! —exclamó Lucas, y luego se puso serio—. Mirá atrás tuyo, tenemos que irnos. Rápido, pero disimuladamente.
Malena volteó la cabeza despacio y alcanzó a ver a Estrella y Amir caminando por la plaza, en búsqueda de alguien… de ellos.
—Vámonos de acá. Ahora —dijo Malena.
Ambos se pusieron de pie y caminaron rápido por entre la gente, intentando pasar inadvertidos.
—Creo que los perdimos —dijo Lucas unos momentos más tarde.
—¡Ahí están! —gritó Estrella a la distancia, señalándolos.
—¡Corré! —exclamó Lucas. Malena y él salieron a toda velocidad en dirección a la avenida.

En el hogar, Nadia interrumpió sus tareas por un momento para atender el timbre que sonaba.
—¿Sí? —dijo al abrir la puerta. Un hombre con gafas oscuras y vestimenta formal le sonrió con simpatía.
—Hola, ¿qué tal? ¿Este es el hogar «El Alba»?
—Sí, acá mismo. ¿En qué lo puedo ayudar, pibe?
—Bueno, tengo entendido que acá trabaja una mujer que se la conoce como Clarita. ¿Estoy en lo cierto?
—Sí, ¿qué pasa con ella? —preguntó Nadia con curiosidad.
—Clarita es una personalidad destacada por su labor en este hogar. Mi nombre es Alberto Serrano y trabajo para una asociación de beneficencia muy grande; estaba interesado en realizarle una entrevista laboral para incorporarla a nuestro staff permanente. Queremos que trabaje para nosotros.
—Ay, ¿en serio? ¡Buenísimo! —exclamó Nadia con alegría. En el impulso de felicidad, abrazó al hombre—. No quiero sonar desesperada, pero de verdad necesitamos la plata. ¡No sabe lo feliz que me pone, pibe!
Atraída por los gritos, Josefina se acercó a la puerta también.
—¿Qué pasa, Nadia? ¿Quién es ese señor?
—¡Este señor es nuestro salvador, Jose! ¡Va a darle trabajo a Clarita y vamos a poder pagar todo! ¿Cómo era su nombre?
—Alberto Serrano.
Sin decir una palabra, Josefina miró con cierta sospecha al hombre y regresó para su cuarto.
—No le haga caso —se disculpó Nadia—, ella es así, es de pocas palabras. ¿Cuándo sería esta entrevista, entonces?
—Eso depende de cuándo ella esté disponible. Le dejo mi tarjeta —dijo, entregándole un pequeño cartón—. Cuando quiera que me llame y la recibo en mis oficinas. Que sea lo más pronto posible, por favor.
—¡Sí, se lo aseguro! ¡Gracias, muchas gracias! ¡En estos días lo estamos llamando!
—Hasta luego, entonces —se despidió Alberto.
Al irse, pudo escuchar desde la esquina los gritos de felicidad de Nadia. Lo que la pobre no sabía era que ese hombre le había dado un nombre falso, y que en vez de Alberto Serrano él era Juan Ignacio, el responsable de todos los problemas que Álvaro y Soledad habían estado teniendo, y el responsable del estado de salud de Joaquín.

Pero Clarita y los chicos del hogar eran pobres, y él era muy rico. Y si hay algo que sabía hacer Juan Ignacio, era usar el dinero para manipular a las personas… como estaba haciendo con los chicos. Y no iba a detenerse hasta destruirlos.

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¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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