Buscá la Luz: Capítulo 15: La distancia es lo de menos

Lucas había tenido que decirle adiós a mucha gente en muy poco tiempo. Tan solo hace un mes y medio, había despedido a Soledad, Álvaro, Laura, y Mentiritas… y por tiempo indefinido. Ahora, tras una semana de la partida de Tali, Carola, y su mejor amigo casi hermano, Julián, Lucas sentía que las cosas habían cambiado demasiado y muy rápido.

Mateo era el que peor se había tomado el asunto. Nadia lo había encontrado llorando varias veces, pero él había fingido que algo se había metido en su ojo. Josefina le hacía chistes para animarlo, pero este reaccionaba enojándose y molestándola, lo cual ocasionaba muchas peleas entre ellos; bueno, muchas más de lo normal.

Entonces, esa mañana, Clarita ingresó a la cocina-comedor con una novedad que, estaba segura, iba a alegrar tanto a Mateo como al resto de los chicos.

—¿De campamento? —preguntó Lucía.

—Así es. —Clarita acarició el pelo de Mateo. —Estuvimos planeándolo mucho, y para alegrar esas caras tristes nos vamos esta misma tarde todos al bosque a pasar una noche allá. ¿Qué les parece?

—¡Qué bueno! ¡Nunca fui a un campamento! —Úrsula casi escupe toda la comida de la emoción.

Malena y Amir se miraron preocupados. Clarita lo notó.

—No se asusten, chicos. No les va a pasar nada, estamos todos juntos —les dijo a ambos por lo bajo, recordando los sucesos que habían tenido lugar durante el invierno pasado, en el cual Malena y Amir habían estado perdidos allí, casi muriendo congelados.

—¿Y si nos extraviamos? —Amir llevó una mano a su cabeza, preocupado.

—No nos vamos a perder —aseguró Clarita—, con los chicos de acá vamos muy seguido y nunca pasó nada. Hasta Jose la pasa bien. Igualmente nadie los va a obligar, ustedes pueden ir si quieren.

—Yo voy —anunció Malena—. Quiero volver a ver a Iñaki. Con tantas despedidas va a ser bueno tener un reencuentro.

—Entonces, si vos vas, yo también voy —replicó Amir.

—¿Quién se va a quedar cuidando a Joaquín? —preguntó Lucas.

—Una vecina —respondió Clarita—. Doña Elsa se llama. Siempre nos hace el favor.

Lucas y Nadia se miraron y, sin decir una palabra, al instante supieron que estaban pensando lo mismo.

—No te preocupes, Clarita —dijo Nadia—. No la molestes a Doña Elsa, ella es muy buena y siempre la molestamos. Lucas y yo nos quedamos a cuidar a Joaquín.

—¿Están seguros?

—Sí, no podemos perder uno o dos días de trabajo. Nadia se encarga de cuidarlo y yo me dedico a trabajar, así reponemos algo de todo lo perdido —explicó Lucas.

—Bueno, está bien. Pero no duden en pedir ayuda ante cualquier inconveniente, ¿sí?

Ambos asintieron, y por la tarde ya se habían ido todos, quedando en el hogar «El Alba» únicamente Lucas y Nadia, los dos mayores.

Mientras tanto, de vuelta en su antigua ciudad, a unas pocas cuadras del ex hogar de niños huérfanos «Rincón de Luz», alguien recibía una llamada telefónica muy importante.

—¿Estás seguro de que son ellos?

—Sí, señor. Los vi con mis propios ojos —decía la voz masculina del otro lado. Parecía emocionado.

—Todos los chicos son parecidos. Si no estaban con Álvaro y Soledad, no creo que sean ellos.

—Le digo que lo son. Mire, voy a colgar y le envío la imagen, ¿le parece?

—Está bien.

Unos segundos después, recibió en su teléfono un archivo de foto. Al abrirlo lo comprobó: tres de los chicos de Rincón de Luz (Julián, Carola, y Tali) se estaban despidiendo del resto. Notó que faltaban dos de los más chicos, aunque no pudo deducir cuáles, y que habían varios que no había visto nunca. Además de eso, estaban con una mujer adulta que no era Soledad… eso era extraño, pero reconocía perfectamente a la mayoría.

—Tenías razón —dijo Juan Ignacio cuando le devolvió la llamada a su empleado—, son ellos. ¿Cómo los encontraste?

—Es mi trabajo. ¿Va a poner en marcha el plan?

—Apenas esté listo —aseguró.

Y colgó.