Capítulo 07: Por una sola vez


El fin de semana llegó, y con él las ansiedades y expectativas de todos los chicos del hogar. Estrella se había puesto su moño favorito, Josefina sonreía más que de costumbre, Amir no dejaba pasar una oportunidad para demostrar sus buenos modales, y Paco no había parado de comer en toda la mañana por los nervios.
La mujer que iba a adoptar a uno de ellos llegó a las dos en punto, y todos los chicos la recibieron en el vestíbulo, formando una fila horizontal. Lucas y Nadia, los más grandes del grupo, estaban en las puntas izquierda y derecha de la fila respectivamente.

—Bienvenida al hogar «El Alba». Va a ser un gusto mostrarle las instalaciones —dijo Clarita. La mujer cruzó la puerta y finalmente los chicos pudieron verla: era alta, de cabello castaño rojizo, mirada cálida, y sonrisa complaciente.
—Hola, chicos. Encantada de conocerlos. Me llamo Dalma.
—Hola, Dalma —dijeron todos al unísono.
—Vayamos arriba que le muestro las instalaciones y después la dejo que conozca un poco a los chicos. ¿Le parece bien? —propuso Clarita.
Dalma accedió y la siguió por las escaleras. El resto de los chicos se quedó procesando la primera impresión que la mujer les había dejado.
—¿Vieron la ropa que tenía? ¡Seguro es millonaria! —Úrsula daba pequeños saltitos de emoción.
—¡Ay, nena! ¡No seas tan interesada! Así no te van a adoptar nunca —se quejó Lucía.
—Es fácil para vos —dijo Carola— . Está claro que no querés ser adoptada para que no te separen de tu hermano. Lucas y vos son los únicos que pueden descansar.
—Yo tampoco quiero me adopten —anunció Nadia, un poco por lo bajo.
—¿De verdad? —se interesó Lucas—. ¿Por qué? Debe ser genial tener una mamá o un papá.
—¡Porque no, Lucas! ¡¿No me pueden dejar en paz cinco minutos?! —exclamó Nadia y subió las escaleras corriendo.
—¿Y a esta qué le pasa? Está re loca.
—Nadia está así porque piensa que no la van a adoptar —explicó Paco.
—¿Por qué no?
—Porque tiene catorce años, es la más grande de todos. Y mientras más grande sos, más difícil es que te adopten.
—Por lo poco que conozco a Nadia, es una genia. Cualquier padre querría adoptarla a pesar de su edad —reflexionó Carola.
—No digas pavadas. Nadia tiene razón —la contradijo Tali—. ¿Quién va a querer adoptar a alguien tan grande? No se le puede enseñar trucos nuevos a un perro viejo. Y decí que no hay un bebé acá, sino directamente ninguno de nosotros tendría la más mínima oportunidad.
Nadia, desde la puerta del cuarto, estaba escuchando todo sin que los chicos supieran. Sintiendo el peso de las palabras de Tali en su pecho, se tiró en su colchón a llorar.


Unos minutos más tarde, Clarita y Dalma volvieron al vestíbulo. Los chicos inmediatamente rearmaron la fila que habían roto, aunque ahora sin Nadia.
—No es necesario eso, muchas gracias —dijo Dalma.
—¡Qué bueno! No podía estar ni un segundo más aguantando la respiración —se quejó Mateo.
Todos exhalaron y se relajaron sobre los sillones marrones. Clarita y Dalma hicieron lo mismo.
—Tengo algo para decirles —anunció Dalma—: yo no soy de acá, vivo en otra parte. Y el que me acepte como madre va a tener que venirse a vivir conmigo.
—¿O sea que no vamos a poder volver nunca más a nuestros amigos? —preguntó Julián con preocupación.
—No sé si «nunca más», pero sí no muy seguido. No es fácil ni barato viajar desde Italia.
—¡¿Italia?! ¡Pero eso es lejísimos! ¡Yo ni siquiera sé hablar en italiano! —exclamó Estrella.
—El idioma no va a ser problema, se aprende. Y es mucho más fácil de aprender mientras más chicos sean —explicó—. Y bien, cuéntenme… ¿Qué les gusta hacer?
—No ser separado de mi hermanita —bromeó Lucas. Todos rieron.
—Nadie va a ser separado de nadie, y mucho menos contra su voluntad —les recordó Clarita con una sonrisa.
—Mi nombre es Carola. Me gusta cantar y actuar, pero sobre todo bailar… y me encantaría tener una mamá como usted. —Carola apretó muy fuerte su puño por los nervios. Realmente quería causarle una buena impresión a Dalma. Su sueño máximo era tener una mamá.
—Yo me llamo Josefina, pero me dicen Jose. Soy la más chica de todo el hogar y me encanta jugar con las muñecas.
—¿Cuántos años tenés, Jose?
—Seis —dijo ella sonriendo.
Entonces la realidad golpeó a Carola: la que iba a ser adoptada no era ella… sino Josefina. Ella tenía apenas seis años mientras que Carola acababa de cumplir los trece. Además, Dalma parecía haberse encantado con ella, y siguió así durante el resto del día: no dejaron de conversar casi en ningún momento. Era como si hubiera olvidado que había otros chicos aparte de ella.
Eran las cuatro de la tarde cuando Dalma ya estaba despidiéndose de los chicos.
—Me encantó conocerlos. Voy a pensar muy bien esto, y cuando tome mi decisión voy a venir personalmente a hablar con ustedes y decirles quién está invitado a ser mi hijo adoptivo.
Todos se miraron incómodos, excepto Josefina.
—Necesito que pase por mi despacho para firmar los últimos papeles, si es posible —susurró Clarita.
—Por supuesto, ningún problema. Chau, chicos —se despidió Dalma. El resto le devolvió el saludo.
Una vez dentro de la intimidad del despacho, Dalma se asinceró:
—Esto está siendo más difícil de lo que pensaba. No sé si estoy preparada para hacerlo —confesó.
—Dalma, no te des por vencida. Sé que no es fácil, pero ella te va a tener que aceptar y perdonar… después de todo, es tu hija biológica. Todos los chicos huérfanos sueñan con que sus padres biológicos vengan a buscarlo.
—¿Estás segura?
—No tengo ninguna duda al respecto. Cuando ella se entere que sos su mamá de verdad, va a estallar de felicidad. Te lo prometo.


Lucas siempre había tenido sueño ligero. Era algo que llevaba consigo desde las noches en las que tenía que mantenerse siempre alerta para cuidar que nada le pase a su hermana. Lo repitió cada vez que tenía que dormir con sus amigos bajo el puente, en la calle, para cuidar que nadie les haga nada malo. Esa costumbre ya no era necesaria desde que finalmente había conseguido un techo bajo el cual dormir, pero su necesidad de proteger a los demás no le permitía nunca poder relajarse totalmente.
Y justamente por eso fue que esa noche se despertó en mitad de la madrugada, mientras todos dormían, oyendo sonidos extraños desde abajo. Se incorporó inmediatamente y observó alrededor suyo: cada uno de sus compañeros descansaba plácidamente en su colchón sobre el suelo. Aparentemente él era el único que había notado los ruidos extraños.
Puso atención en oírlos mejor y esta vez fue más claro que nunca: eran voces…de personas. ¡Unos delincuentes se habían metido en el hogar de alguna manera! Estaba claro que tenía que bajar y hacer algo, pero, ¿debería despertar a alguien para que lo acompañe?
No. Si hacía eso corría riesgo de que se despierte uno de los más chicos, y ellos se iban a asustar mucho. Principalmente Josefina, quien nunca había vivido en la calle y era ajena a todo este tipo de situaciones.
Bajó las escaleras tan despacio como pudo y observó con atención el vestíbulo oscuro: tan solo se filtraba la luz de la luna por las ventanas, pero eso no era suficiente como para distinguir ninguna figura ni movimiento. Se acercó sigilosamente al centro de la habitación y desde allí pudo ver mejor, pero no había nadie.
—¿Lo habré soñado todo? —pensó en voz baja—. Creo que me estoy volviendo un poco paranoico.
Regresó caminando a las escaleras, pero en el camino tropezó con algo.
No, con algo no… con alguien
Antes de que pudiera decir una palabra, el chico lo tomó por los brazos, lo puso de espaldas, y le cubrió la boca.
—Te vas a quedar calladito mientras nosotros hacemos nuestro trabajo, ¿dale? —le susurró.
Lucas se esforzó por liberarse, por gritar, o al menos por decir algo, pero era inútil.
El chico hizo una seña con la cabeza en dirección a la cocina, y de allí salieron otros tres chicos más. Lucas, sabiendo el nivel de peligro que corría, logró patear la pierna del que lo sostenía con todas sus fuerzas. Este, lastimado, lo soltó, y entonces Lucas corrió a toda velocidad hacia el otro lado del cuarto, buscando algo para defenderse. No tenía sentido una pelea mano a mano de cuatro contra uno, era imposible que ganara.
Pero antes de que pudiera llegar, lo alcanzaron los otros tres chicos y lo inmovilizaron contra el suelo. El primero —que era el más alto de todos— se acercó a él y se agachó, mirándolo frente a frente.
—No me gusta que me interrumpan mientras trabajo, ¿sabés? Ahora te vamos a tener que moler a golpes.

Y no supo muy bien qué sucedió a continuación; Lucas solo recordó el dolor que sentía en todo el cuerpo, la sangre manchando el suelo de madera, y haber caído en un profundo sueño unos segundos más tarde.

0 personas dejaron volar sus sueños:

¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

Escrito por Fundador

Twitter

Soñamos juntos con:



Soñamos juntos con:


PLL Arg

Ediciones Frutilla

Una nueva aventura comienza

Letra por letra

Seamos aliados



Seamos aliados


Busca la Luz