Capítulo 33: Navidad en Arboleda 301 (Final de temporada)


La noche previa a la Nochebuena no tuvo nada de alegre para Tali. Estaba descansando plácidamente, soñando con su primera Navidad en el hogar, cuando alguien la despertó de una violenta sacudida. Abrió los ojos y, de no haber sido por que taparon su boca, hubiera largado un grito que seguramente despertaba al barrio entero. El ser de ojos verdes macabros que brillaban en la oscuridad cubrió su boca y la llevó al pasillo. No fue hasta entonces que lo reconoció: no era alguien de quien tenía que tener miedo, pero eso no significaba que su desagrado sea menor.
¡¿A vos te parece que esa es forma de despertarme?!
¡Encima de que te vengo a dar las noticias a vos y no a Úrsula! —se quejó Jaudín.
¿Noticias? ¿Qué pasó? —preguntó Tali, de repente interesada.
—Todavía nada, pero hoy es el día.
¿El día de qué?
—El día en que las cosas van a cambiar. Las brujas mayores están resolviendo el rompecabezas y ya entendieron más cosas sobre lo que está pasando y cómo va a afectar a Laura.
—Esperá… ¿De qué estás hablando? ¡No entiendo nada!
¡Hace unos meses vine a avisarle a Úrsula que iba a acercarse un cambio acá, a esta casa! Y que eso iba a modificar a Laura. Se suponía que ella y vos tenían que estar atentas a ella.
—Ah, sí. Lo estuvimos —mintió Tali—. ¿Y qué hay con eso?
—Bueno, parte de esos cambios fueron la historia de la mamá de Laura, y cuando ella se convirtió en humana, pero todavía falta más… y algo va a pasar hoy.
¿Hoy? ¿En Nochebuena?
—Bueno, en realidad en eso que ustedes llaman Navidad, pero tenía que avisarte con tiempo.
¿Qué es lo que va a pasar?
—No sé exactamente qué va a ser, pero va a pasar apenas comience el día de Navidad, y va a hacer que dejen de tener esta vida tan cómoda que están teniendo todos ustedes. Despedite de los buenos tiempos.
¡¿Qué?! —gritó Tali, y luego continuó con un tono de voz más bajo para no ser oída—: ¿Soledad se va a ir? Es eso, ¿no? Porque ya está teniendo bastantes problemas con la familia de Álvaro. ¿O es que Victoria va a echarlo y va a quedarse a cargo del hogar? ¡Ay, no! ¡Otra vieja insoportable no! ¡Suficiente tuvimos con María Julia en el otoño!
¡¿Podés callarte un poco y dejarme hablar?! ¡No tengo mucho tiempo!
¡Uy, está bien! Dale, ¿qué más tenés para decirme?
—No sabemos exactamente qué es lo que va a pasar, pero sí tenemos que decirte algo: Laura tiene que alejarse de ustedes.
—Es una broma, ¿no? ¡Me vivieron diciendo todo el año que la cuide! ¿Ahora quieren que la abandone?
¡No es abandonarla! Ella tiene que seguir su propio camino, no tiene que estar más con vos ni con Úrsula, no puede estar en contacto con el mundo mágico. ¿Me escuchaste? ¡Así que o se va ella, o se van ustedes!
¡Nosotras no nos vamos a ir a ningún lado! Pero… ¿cómo hago para que ella se vaya?
—Ese no es mi problema. Buena suerte —se despidió Jaudín, desapareciendo de repente entre una nube de humo verde.
¡No, esperá! ¡¿Qué hago?!
No recibiendo ninguna respuesta, y sabiendo que Jaudín se había ido para no volver por un buen tiempo, Tali decidió dejarse caer rendida en su cama. ¿Qué iba a pasar en el hogar? ¿Y cómo se suponía que iba a hacer que Laura se vaya? ¡No tenía a nadie en el mundo!

A la mañana siguiente amanecieron todos de muy buen humor. Hasta Amir, quien solía ser muy serio, parecía sonreír más de lo común. La Nochebuena y el espíritu navideño surtieron efecto en la manera de comportarse de cada uno de los chicos del hogar, incluyendo a los adultos.
¡Buenos días a todos y feliz navidad! —saludó Mateo a sus amigos al bajar a desayunar al comedor. Había sido el último en llegar, y se había apurado tanto que su uniforme estaba todo desacomodado.
—En realidad, todavía no es Navidad. Eso es mañana. Hoy solo es Nochebuena —lo corrigió Amir mientras Lucas lo ayudaba a acomodarse el uniforme.
—Bueno, como digas, es lo mismo. ¡Feliz Nochebuena! —insistió Mateo.
¡Me encanta este día! —exclamó Carola—. Es la primera Navidad que pasamos todos juntos, acá en el hogar. ¿Se habían dado cuenta?
—Ojalá Papá Noel me traiga lo que le pedí este año —dijo Mentiritas.
¿Quién es Papá Noel? —preguntó Laura con curiosidad.
Todos la miraron incrédulos por un momento, sin decir nada.
¿No sabés quién es Papá Noel? —preguntó Lucía con incredulidad.
—Lo que pasa es que Laura no vivió con nosotros todo el tiempo, estuvo encerrada hasta el otoño con un señor que se escondía acá —susurró Lucas a su hermana.
—Papá Noel es un señor que viaja por todo el mundo la noche de Navidad para darle regalos a los chicos que se portan bien —explicó Úrsula con paciencia.
¿Y a mí me va a regalar algo también? ¿Sabe que existo?
—Depende… tenés que escribirle una carta. Todavía no lo hiciste, ¿no? —preguntó Malena.
¡Uy, no! ¡No sabía nada! ¿Eso significa que no voy a recibir ningún regalo?
—No te preocupes, Laura —la consoló Julián—. Todavía es temprano, tenés tiempo hasta la cena de Navidad.
—Pero yo no sé qué escribirle, nunca le hice una carta a Papá Noel.
—No te preocupes, si querés yo te ayudo. ¿Dale? —se ofreció Carola. Laura aceptó la invitación con una sonrisa en la cara.
Cuando estaban terminando de desayunar, entre comentarios sobre qué iban a hacer esta noche, qué habían pedido de regalo, y qué era lo mejor de la navidad, alguien llamó su atención.
¡Chicos, vengan a ver esto! —gritó Soledad desde la sala principal, recién ingresando.
Todos corrieron hacia allí y vieron a Soledad junto a un árbol de navidad enorme, más alto que ella, ubicado entre la chimenea y el sillón.
¡Es hermoso! —exclamó Lucía.
¡Y gigante! —añadió Mateo.
Estaba decorado con luces navideñas que titilaban intermitentemente y varios ángeles y estrellas.
¿Les gusta? Acabo de comprarlo. María Julia me autorizó.
—Ahora esto sí que parece Navidad —dijo Amir. En su palacio solía tener varios árboles de navidad mucho más grandes que este, pero sabía que no podía exigir demasiado a un hogar de niños huérfanos por más cálidos que sean sus integrantes.
Los más chicos del hogar, quienes se autodenominaron «El Club de la Alegría», pasaron toda la tarde junto al árbol, dibujando y jugando, mientras Carola, junto a Laura, cumplía su promesa de ayudarla a escribir su carta para Papá Noel.

Mientras tanto, en la cocina, los adultos preparaban lo que sería la cena de navidad.
¿Segura que no querés pasar la Nochebuena con nosotros, Majula? —preguntaba Soledad.
—No, querida, te lo agradezco. Pero prefiero pasarlo con mi familia. Y vos deberías hacer lo mismo, Álvaro.
—Mejor paso. No puedo dejar a Soledad sola, y aunque pudiera la verdad que no tengo ganas de pasar la Navidad con gente que no me entiende.
—Si es por mí no te hagas problema, yo no voy a estar sola, voy a estar con los chicos —se ofreció Soledad.
—Además, Álvaro —continuó María Julia—, por una vez que estás acá en estas fechas y no en Europa… mamá se va a enojar muchísimo si elegís pasarla con estos chicos antes que con ella y los demás.
—Decile a la abuela que se enoje todo lo que quiera. Ella ya sabe muy bien cómo son las cosas. Voy a pasar la Navidad acá, con Soledad y los chicos, y nada me va a hacer cambiar de opinión. Punto.

Ya por la noche, los chicos estaban en el cuarto de los varones junto con las chicas, ansiando la cena navideña.
¿Faltará mucho para que esté la comida? ¡Yo ya tengo hambre! —se quejó Úrsula.
—No te preocupes, ya son casi las nueve y media, no debe faltar mucho —razonó Lucas.
—De todos modos Soledad no está cocinando sola, la ayudan Álvaro y María Julia, así que yo en tu lugar no tendría muchas expectativas —bromeó Amir.
—Permiso —interrumpió Soledad, abriendo la puerta despacio—. Les traje algo.
¡¿Regalos?! —gritó Mateo casi al instante.
—Adivinaste. No es la gran cosa, pero es un regalo que les compramos con Álvaro la otra tarde. Y no te emociones, Mateo —lo previno—, porque no son juguetes.
Entregó entonces a cada uno una bolsa con ropa dentro. Cada prenda de ropa distinta a la otra.
¡Qué lindo, Sole! ¡Gracias! —dijo Carola.
—Sé que están todo el día vestidos con el uniforme y casi no tienen ropa aparte de eso, así que con Álvaro se nos ocurrió que nuestro regalo de navidad para ustedes podía ser ropa nueva. Así, por lo menos esta noche mientras cenemos, pueden imaginar que Álvaro y yo somos como su papá y su mamá, y que ustedes son hermanos.
¡Yo siempre quise tener una mamá! ¡Me encanta la idea! Es el mejor regalo de Navidad que podría haber recibido —le agradeció Laura. El resto de los chicos le dieron las gracias también.
—Hablando de la cena… ¿ya está lista? —preguntó Mateo con un tinte de ansiedad en su voz que intentó en vano disimular.
—Así es. Ahora cámbiense y los espero abajo con Álvaro, la comida ya está servida.
Los chicos se cambiaron de ropa y bajaron tan rápido que Soledad estaba segura de que habían roto una especie de récord mundial. Nunca los había visto tan motivados y ansiosos por una festividad, y se alegró de que ella no sea la única que amaba tanto la Navidad.
Sin embargo, antes de que pudieran probar un bocado, todas las luces de la casa se apagaron, siendo esta ahora iluminada apenas por la luz lunar que se filtraba por la ventana.
¿Qué pasó con la luz? —preguntó Tali, sorprendentemente asustada. La última vez que se habían quedado sin luz había sido el verano pasado y Soledad había sido secuestrada; quizás los hechos iban a repetirse y a eso se había referido Jaudín cuando le dijo que tenga cuidado. Miró instintivamente a Laura.
—No se preocupen, chicos. Debe ser un corte de la zona —los calmó Soledad.
—Voy a salir a ver si afuera pasó algo —anunció Álvaro.
—Yo voy con vos —lo siguió Lucas.
Regresaron un momento después. —En todas las casas del barrio hay luz normal, parece que hubo algún inconveniente acá. ¿Será porque la casa es muy vieja? —dijo Lucas.
—No, yo ya sé qué pasó acá. Mi abuela pasó —murmuró Álvaro—. No importa, no vamos a dejar que Victoria nos arruine la Navidad. Ahora mismo voy a buscar velas y seguimos como si nada hubiera pasado.
—Esperá, tengo una idea mejor —lo detuvo Soledad—. Convirtamos algo malo en algo bueno. Busquémosle la luz a la situación.
¿Cómo? —preguntaron todos.
—Ayúdenme a sacar las cosas afuera. Vamos a pasar la Nochebuena en la calle, bajo las estrellas, y con todos los adornos del barrio.
Los chicos festejaron, sorprendidos y felices por la genial idea que había tenido Soledad, y al salir a la calle vieron que había sido totalmente acertada su propuesta: todas las casas estaban decoradas con luces, muñecos de papá Noel, y árboles enormes. En el cielo, las estrellas brillaban con más fuerza que nunca, y la Luna parecía acompañarlos en el festejo.
¡Qué lindo que es todo esto! —exclamó Lucía, una vez que ya todos estuvieron cenando afuera.
—Sí, parece una de esas películas de Navidad donde todos siempre están felices —añadió Malena.

La cena transcurrió llena de alegría, pues estaban todos juntos y Victoria no había podido robarles eso, pero aunque nadie se había atrevido a mencionarlo, la preocupación también estaba presente: lo que sí podía hacer era llevarse a Soledad, y esta era probablemente la primera y única Navidad que iban a pasar con ella.
Sin embargo, eso no les impidió disfrutar: pasaron toda la cena conversando, riendo, con Mentiritas haciendo comentarios exagerados, Amir y Julián más juntos que nunca, y a Lucas le pareció que Malena lo miraba de vez en cuando con un cariño de más que amigos.
Estaba acercándose entonces el momento del brindis, pues ya eran casi las doce, y Álvaro les pidió a todos que lo escuchen.
—Antes de brindar quería… quería decirles algo. Yo… bueno, como sabrán, mi mamá falleció hace muy poco, y ahora soy huérfano como ustedes —comenzó a decir incómodo, poniéndose de pie, pero sin despegar la vista de la mesa—. Y eso me hizo darme cuenta de muchas cosas. Entre ellas, que esto ya no es más una farsa. Aunque hace ya mucho tiempo dejó de serlo, ahora puedo decirlo con total honestidad. Ya quedaron atrás mis días de fiesta en Europa, mis vacaciones eternas. Ahora no me importa mi herencia, no me importa nada. Lo único que me importa son ustedes y Soledad, que me apoyan más que mi propia familia. Por eso esta noche tan especial quiero hacerles una promesa: sin importar lo difícil que sea, o las consecuencias que traiga, yo siempre voy a hacer lo posible por evitar que les hagan daño tanto a ustedes como a Soledad. Ya sea de parte de mi abuela o de quien sea. Voy a cuidarlos siempre. Y… bueno… los… los quiero.
¡Nosotros también te queremos, cogotudo! —gritaron los chicos, y se acercaron a abrazarlo al borde de la mesa donde estaba sentado.
¡Bueno, bueno! Listo, mucha sensibilidad por hoy. ¡Ahora brindemos por Soledad! ¡Que va a seguir con nosotros cueste lo que cueste! —dijo Álvaro. Todos alzaron sus copas y brindaron bajo los fuegos artificiales que anunciaban el comienzo de la Navidad. En ese momento, contemplando el firmamento, a Malena le pareció que una estrella brillaba más que las demás.
El momento mágico fue interrumpido por el teléfono de Álvaro sonando. Era María Julia, probablemente llamaba para felicitarlo. Entró a la oscuridad del hogar para poder oír con claridad y atendió.
¿Hola?
¡Álvaro! ¡Es terrible! ¡Tienen que irse ya mismo de ahí!
¿Qué? ¿Qué pasó, tía? No me asustes.
La voz de María Julia parecía más alterada que nunca, pero al mismo tiempo hablaba en voz muy baja. Casi susurrando.
—Es mamá. Mandó a alguien a espiarlos, y como vio que no había podido arruinar su cena cortando la luz, se le acabó la paciencia. Mandó a la policía allá.
—No me importa la policía. Sabés muy bien  que Soledad es inocente.
¡A ellos no les va a importar eso, Álvaro! ¡Mamá es una mujer muy poderosa, vos sabés que con el dinero que tiene puede hacer que Soledad vaya presa ya mismo! ¡Y va a mandar a los chicos a un reformatorio horrible! ¡Se llama «Las sombras»!
¿Qué? Pero… ¡No podemos irnos! ¿Qué hacemos con los chicos?
—Eso ya no lo sé, Álvaro. Pero tienen que irse ahora mismo. Todos. La policía está yendo ahora mismo para allá. ¡No pierdan tiempo!
—Está bien, tía. Gracias por avisar —le agradeció Álvaro y finalizó la llamada. Se quedó un momento en silencio procesando lo que acababa de oír. Entonces reaccionó y llamó a Soledad; una vez que estuvo dentro, se apresuró a contarle todo.
¿Qué? Pero… ¿qué vamos a hacer con los chicos?
—No sé, a lo mejor podemos llevarlos con nosotros… nos vamos de la ciudad todos juntos y empezamos un nuevo hogar en otra parte. Es hasta que solucionemos todo. Cuando podamos demostrar que sos inocente, volvemos acá y listo. A lo mejor son solamente unas semanas.
—No, esperá… ya sé qué vamos a hacer. Enseguida vuelvo, tengo que hacer un llamado. Escuchá bien esto que te voy a decir: traé a los chicos y que guarden las cosas más importantes que tengan en una mochila. Rápido. Yo en cinco minutos estoy acá y nos vamos.
—Entonces… eso significa que…

—Sí. Vamos a tener que abandonar la ciudad, y con ella Rincón de Luz.

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"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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