Capítulo 27: El príncipe azul


Le tomó a Sebastián mucho esfuerzo haber hecho lo que hizo. Levantarse en medio de la noche y salir de un cuarto lleno de gente que estaba siempre alerta de que él no haga ningún movimiento extraño no era nada fácil, y mucho menos teniendo que resistir a ceder al sueño y caer dormido. No fue fácil, pero lo logró: con todo su esfuerzo pudo aguantar despierto en su cama, en la oscuridad, hasta que el resto de los chicos se hubieron dormido, y entonces puso manos a la obra…
Se escabulló hasta su casa sin que nadie lo viera, conectó su celular a su computadora de escritorio, y luego de haber impreso unas cuantas copias de una de las imágenes, regresó a Rincón de Luz y dejó una de ellas por cada una de las camas de los chicos y las chicas.
La mañana siguiente amaneció soleada, con el ruido del desayuno sirviéndose y la máquina de césped del jardinero del vecino sonando; en definitiva, una mañana normal de primavera. La diferencia, sin embargo, se presentó tan solo unos segundos después de que el primero de los chicos hubo despertado: Lucas.
Tomó la fotografía y, por un instante, creyó haber estado viendo mal.
Se frotó los ojos y miró con mayor atención, sentándose sobre su cama: en la imagen se veía perfectamente a su mejor amigo besándose con Amir.
¿Cómo…? —susurró instintivamente. Miró a Julián, durmiendo plácidamente, y luego a Amir, descansando en sueños con los brazos cruzados y boca arriba.
En el cuarto de las chicas pasó algo similar, pero la primera en despertar había sido Carola. Ninguno de los dos, ni Lucas ni Carola, podían creer lo que estaban viendo.
¡Chicas, miren esto! —gritó Carola. Sus amigas, un poco asustadas, se levantaron rápidamente y corrieron hasta su cama.
¿Qué pasa, Caro? —preguntó Malena.
¡Miren lo que encontré! ¡Dejaron esta foto en mi cama! ¡Y en la de ustedes también!
¿Tanto lío por una foto? —cuestionó Úrsula, sin haberse siquiera molestado en mirar de qué se trataba la imagen, al igual que el resto de las chicas. Sin embargo, todas ellas, al llegar a sus camas, vieron que Carola no mentía. Casi al mismo tiempo, tomaron la imagen y la acercaron a sus ojos, como si todavía estuvieran viendo mal.
Lucas no sabía qué hacer. Permaneció varios minutos de pie junto a su cama, alternando su vista entre Julián y Amir. Estuvo así varios minutos hasta que se dio cuenta de que tenía que hacer algo rápidamente, así que se acercó a cada una de las camas y retiró la imagen. Siguió el orden de cercanía: primero la de Mateo, luego la de Julián, después la de Sebastián, la de Amir, y por último…
Mentiritas se despertó cuando vio que una mano se acercaba hacia su cara.
¡Ahhhh! ¡¿Qué hacés, Lucas?! —gritó asustado, creyendo que estaba apunto de ser ahorcado. Su grito agudo sonó tan fuerte que despertó al resto de los chicos.
¡Shhh! —le dijo Lucas, intentando quitarle la imagen que tenía detrás suyo sin que se diera cuenta, pero este no paraba de moverse.
¡Casi me matás de un susto! ¡Si querías que me despierte me hubieras hablado y listo! —se quejaba él.
Sebastián fue de los últimos en despertarse y también fue, lógicamente, el que menos había dormido. Sin embargo esto no le impidió comenzar el día con buen humor: miró a su alrededor esperando ver a Amir y a Julián aterrados, pero algo no había salido como quería: todo parecía normal.
Otro grito de Mentiritas fue lo que atrajo su atención y lo que le hizo darse cuenta de las intenciones de Lucas. Tan rápido como pudo corrió hacia la cama de Mentiritas y le arrebató la foto sin molestarse en disimular.
¿Qué es esto? ¡Julián, Amir, son ustedes! ¿Qué estaban haciendo en esta foto? —preguntó con fuerza, atrayendo la atención de todos los presentes y enseñándoles la imagen como si se tratara de un marciano que acababa de ser descubierto.
¡Dame eso! —Lucas le quitó la foto con violencia, pero era demasiado tarde: ya todos la habían visto.
Julián salió corriendo sin decir una palabra y sin mirar a nadie. Lucas y el resto de los chicos salieron al pasillo para ver hacia dónde se dirigía. A excepción de Amir, quien aún estaba paralizado en su cama, sin saber cómo reaccionar.
¡Julián, esperá! —gritó Lucas, pero su amigo no hizo caso. Entonces se dio cuenta de que no estaban solos: las chicas habían salido al pasillo también.
¿Salió así por lo que pienso que salió así? —preguntó Lucía.
¿Qué? ¿Ustedes también la vieron? —dijo su hermano.
—Había una en cada cama —informó Laura.
Entonces sucedió algo que nunca antes había sucedido en el hogar: los chicos, reunidos casi en su totalidad, se mantuvieron en completo silencio por varios minutos, mirando el suelo. Ni siquiera se atrevían a mirarse entre ellos, era como si todos quisieran decir muchas cosas pero nadie se atreviera.
—No puedo creer que Julián de verdad sea el de la foto. —Mateo fue el primero en atreverse a romper el silencio.
¿Cómo podés decir eso, Mateo? —lo cuestionó Malena, indignada.
—Me da un poco de asco… ¡son dos varones! ¡Yo no tengo la culpa!
—Es un poco raro que haya sido mi novio… pero si eso es lo que él quiere, entonces por mí está bien —opinó Carola.
—A mí no me sorprende, Julián y Amir siempre fueron medio raritos —se burló Sebastián.
¡Llegás a hablar mal de mi amigo una vez más y te rompo la cara, estúpido! —lo amenazó Lucas, tomándolo por el cuello.
¿Qué pasa, Luquitas? ¿Te ponés celoso? —lo provocó Sebastián.
Lucas levantó un puño para golpearlo, pero enseguida lo soltó. —¿Sabés qué? No vale la pena. Esta vez no voy a dejarte que te salgas con la tuya. No vas a ganar —dijo, y caminó con tranquilidad hacia donde sabía que iba a estar su amigo: la sala de juegos.
—Andate, por favor —le pidió Julián entre lágrimas. Estaba sentado en el suelo, en uno de los rincones de la sala, mirando hacia un punto fijo en el espacio. Se veía realmente muy mal, como si hubiera estado en esa posición varias horas, aunque no habían sido más de unos minutos.
—No me voy a ningún lado —le dijo Lucas sentándose a su lado—. ¿Se puede saber por qué estás así?
—No te hagas el tarado… la foto, ya lo viste. Quedé como un… como un… ni siquiera puedo decirlo.
¿Vas a dejar que lo que te haga Sebastián te afecte? ¿En serio? ¿Ese nabo?
—Y si tiene razón… te mentí, les mentí a todos. Hay algo mal en mí… yo no… no soy así… no sé qué me pasa.
—Bueno, supongo que eso explica por qué defendías tanto a Amir cuando yo lo criticaba, pero no significa que vas a dejar ganar a Sebastián. Date cuenta que hace todo esto solo para que estés así.
—Y lo logró. Siento vergüenza de mí mismo… —dijo Julián entre sollozos— me doy lástima. Me odio, no quiero ser así.
Lucas se puso de pie y tomó a su amigo del brazo, levantándolo bruscamente a él también y obligándolo a pararse.
—Nunca, pero escuchame bien… NUNCA en tu vida vuelvas a decir eso, ¿me entendiste?
Julián no respondió.
—Sos Julián. Sos mi amigo, mi socio. Sos sensible, leal, responsable, creativo… nunca me abandonás. ¿En serio vas a odiarte solamente por lo que siente tu corazón?
—Pero
—Pero nada —lo interrumpió—. Vos sos un pibe de fierro, valés oro, y a mí no me interesa si estás con Carola, con Amir, o con quien quieras. Lo que me interesa es que seas feliz, porque te lo merecés. Y si estar con Amir o con cualquier chico o chica te hace feliz, entonces por mí va a estar bien. Eso no te hace menos hombre, y yo te voy a bancar en esta y en todas las que haga falta. Te voy a querer elijas lo que elijas.
Y sin mediar más palabra, lo abrazó. Y no fue hasta entonces que Julián pudo parar de llorar.


Amir salió del cuarto y el resto de los chicos lo miró como si tuviera un ojo menos o se hubiera teñido el pelo de azul eléctrico.
—No me interesa lo que tengan para decir de mí. En mi vida personal nadie se mete, y yo hago de ella lo que quiero. ¿Quedó claro? —anunció, anticipándose a las burlas. O al menos eso creía él, porque la respuesta de sus amigos fue positiva:
—Nadie dijo nada sobre tu vida —dijo Tali.
—Yo creo que está genial que decidas ser feliz —agregó Laura.
—No veo por qué tanto escándalo, ni que fuera algo de otro mundo —espetó Mentiritas.
En ese momento llegó Lucas con Julián a su lado, ya en un mejor estado de ánimo.
—Sí, ¿y? Me gusta Amir, y yo le gusto a él —anunció con coraje.
—Si alguien tiene alguna objeción que hable ahora o calle para siempre, y que se las arregle conmigo —amenazó Lucas.
—Obvio que nadie tiene ningún problema, no estamos en el año 1700 —dijo Malena, como si estuviera diciendo que dos más dos son cuatro. El resto de los presentes la apoyó, a excepción de Sebastián.
¿Qué están diciendo? ¿No se dan cuenta de que son dos maricones? ¡Y en nuestro cuarto! ¡Mirá si nos miran mientras nos cambiamos o algo así! —exclamó, e hizo un silencio. Luego agregó—: A lo mejor estos se hacen los modernos y los que los apoyan, pero están fingiendo. La verdad es que desde ahora los van a mirar distinto, no van a acercarse tanto a ustedes, y ni sueñen con ir al baño juntos o algo así.
¡Cuántas idioteces juntas que decís, Sebastián! ¿No será que estás celoso de que Amir le dio bola a mi amigo y no a vos? Después de todo vos estabas todo el día con él apenas llegó al hogar. ¿No será que trataste de enamorarlo y como no pudiste ahora te enojás y por eso pusiste esa foto en la cama de todos?
¡¿Qué decís, estúpido?! ¡Yo soy bien macho!
—Me parece que no es solamente eso —intervino Malena—, lo que le molesta a Sebastián es que Amir y Julián ya dieron su primer beso, y él solamente pudo besar a la almohada porque es más feo que pisar caca descalzo.
Todos los chicos, incluyendo a Julián y a Amir, estallaron en carcajadas y comenzaron a gritar cosas como «¡Feo!», «¡Nadie lo quiere!», o «¡Andá a besar a la almohada!».
¡Mátense, mugrosos de porquería! —gritó furioso, y se fue corriendo, dejando al resto de los chicos aún riendo con ganas. Siguieron así unos segundos más, hasta que por fin se calmaron.
—Parece que ahora el refinadito va a ser algo así como mi cuñado, ¿no? Qué bueno que justo nos empezamos a llevar bien —comentó Lucas como si nada.
—Te felicito, principito —le susurró Malena a Amir en el oído. Este sonrió.
—En nombre del club de la alegría les doy mi aceptación —dijo Mateo.
—Al final Sebastián terminó haciéndoles un favor, chicos. Ahora no tienen que esconderse de nadie. Ya saben que nosotros los vamos a aceptar elijan a quien elijan —señaló Laura.
Entonces todos empezaron a gritar «¡Beso! ¡Beso! ¡Beso!». Con cierta timidez dieron un paso adelante ambos, pero no se atrevían ni siquiera a mirarse. Entonces Lucas empujó a Julián y Malena a Amir, y ambos se miraron, y se besaron en público por primera vez, con las exclamaciones de sus amigos de fondo.

Y entonces, finalmente, Amir supo lo que era no solo tener a alguien que lo ame como novio, sino lo que era tener amigos que lo quieran por lo que es, y no por miedo a su poder político.

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"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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