Capítulo 24: La gente se entiende hablando


La mañana del sábado siguiente había amanecido mucho más brillante que la de los últimos días. Laura no sabía si era porque el sol brillaba más fuerte, por una magia especial que rodeaba el aire, o simplemente porque estaba tan feliz de haber regresado que veía todo con mejores ojos. Acababa de llegar de su gran viaje al mundo mágico junto con Mentiritas; lo primero que hizo fue, por supuesto, avisarle a Úrsula de lo sucedido.
Volvió a tomar control de su cuerpo apenas hubo terminado de desayunar. Estaba tendiendo su cama junto con el resto de las chicas (o mejor dicho, su copia terrenal lo estaba haciendo) cuando volvió en sí: miró a su alrededor, alegre y feliz, y sacó a Úrsula al pasillo con la primera excusa que le vino a la mente.
¡Llegué! ¡Soy yo! —exclamó emocionada.
¿Sos vos de verdad? ¿Volviste?
¡Sí! ¡Volví!
Laura abrazó efusiva a su amiga. Úrsula nunca la había visto tan contenta.
¿Ya sos humana?
¡Sí! ¡Soy totalmente humana! Ya no soy una nena fantasma, ni bruja, ni ningún bicho raro. Por fin soy igual a los demás.
¿Y Mentiritas está bien?
En ese momento escucharon gritos del cuarto de los chicos. Sin molestarse en contestar, ambas abrieron la puerta para averiguar qué sucedía.
Estaban tirándole almohadas y almohadones a Mentiritas, quien extendía los brazos con énfasis en el centro del cuarto, como queriendo llamar la atención.
¡En serio! ¡Les digo que viajé por todo el mundo mágico! Había gatos y peces voladores, gnomos mayordomos, perros jardineros… ¡y la presidente era una bruja!
—Sí, claro, y después los extraterrestres te llevaron su nave intergaláctica a conocer Marte y Mercurio, ¿no? ¡Mentiroso! —exclamó Amir arrojando otro almohadón. El resto de los chicos lo acompañaron.
¡Mentiritas! —Laura lo tomó del brazo y lo sacó al pasillo a toda velocidad—. ¿Cómo vas a contar lo que hicimos? ¡Ellos no pueden saberlo! No son creyentes, lo dijo la señora de los gatos en el verano.
—Ya lo sé, es que no me pude resistir —se disculpó él.
—No te preocupes, Laura. Nadie le creyó, es Mentiritas… es igual a que no haya dicho nada —añadió Úrsula.
—Bueno, no importa —concluyó Laura—. Lo importante es que ahora soy igual a vos, soy una chica más. Ya no más atravesar paredes, ya no más tener oído extrasensorial… puedo tener una vida normal.
¿Estás segura de que no te vas a arrepentir de esto más adelante? —indagó su amigo.
—Segurísima —afirmó Laura con una sonrisa.


Mientras tanto, Soledad se dirigía al supermercado del barrio a hacer algunas compras para el hogar. Había tomado el camino que tomaba cada vez que iba a ese lugar mientras escuchaba música en su reproductor de MP3, pero sin embargo había algo diferente: podía sentirlo.
Se quitó los auriculares y miró alrededor suyo: nada.
Siguió caminando, esta vez ya sin escuchar música, cuando se dio cuenta de que alguien la estaba siguiendo. Comenzó a acelerar el paso asustada y, en la esquina siguiente, miro sobre su hombro: de nuevo no había nadie. A lo mejor eran imaginaciones suyas; después de todo, los noticieros no hacían otra cosa más que hablar de secuestros y robos, era lógico que así todo el mundo se sienta asustado al andar por la calle.
Acababa de concluir que había sido eso cuando un hombre alto, de cabello y gafas oscuras, se interpuso en su camino. Ella se paró de repente y vio cómo el hombre se quitaba las gafas de los ojos: era Juan Ignacio.
¿Por qué tanto apuro?
—Tengo que irme, así que movete de mi camino o llamo a la policía —dijo Soledad sin rodeos.
¡Pero qué violenta! Lo único que quiero hacer es hablar.
—No me interesa hablar con vos.
Soledad no solía ser antipática, pero sabía que ese hombre no tenía buenas intenciones con ella. Con esas palabras dio media vuelta y siguió camino en la dirección contraria.
—Pero te conviene hacerlo, ¿sabés? Vos y yo podemos ser grandes aliados. Yo sé muchas cosas sobre vos. Más de las que pensás. —Al terminar de pronunciar sus palabras, pudo ver como su víctima se detuvo en seco y giró un poco la cabeza para hablar.
—No sé de qué me estás hablando.
¿No? Yo creo que sí —Juan Ignacio se acercó hacia ella con pasos firmes—. De tu historial con la familia Del Solar, por ejemplo. Familia para la cual yo trabajo hace muchísimos años.
Soledad no respondió, así que Juan Ignacio siguió hablando.
—Sé qué viniste a hacer acá, Soledad; pero no te equivoques: no quiero hacerte daño, solo busco mi propio beneficio. Necesito que me des un dato importante de tu noviecito, algo lo suficientemente grande como para dejarlo mal parado con su abuela. Vos hacés eso por mí, y yo me callo por vos.
¿Me estás extorsionando con algo que te inventaste?
—En realidad se llama colaborar, los dos perseguimos un mismo fin en cierto modo: ambos queremos vengarnos de Álvaro. Tomalo como quieras: extorsión, intercambio de favores… me da lo mismo. Lo que me importa es que esta noche te voy a llamar a tu celular (sí, tengo tu número), y si no me das lo que te pido, tanto tu novio como su abuela se van a enterar de «eso que me inventé». ¿Entendiste?
Y sin mediar una palabra más, Soledad regresó al hogar con paso acelerado, casi corriendo.

Esa noche se la vio más agitada de lo común. Después de cenar le pidió a los chicos que laven los platos por ella, y Lucas y Lucía accedieron a hacerlo con ganas: después de todo, tenían que compartir tiempo juntos para recuperar el tiempo perdido.
¿Y qué te está pareciendo el hogar hasta ahora? Es genial, ¿no?
—Sí, no sé —respondió Lucía dudosa—. Ya me lo preguntaste, en realidad. Con las chicas me llevo genial, sobre todo con Malena.
—Sí, Malena es una ídola. ¿Sabías que hace poco se perdió en un bosque y sobrevivió ella sola? Bueno, en realidad la ayudó Amir… pero es un delicado y mimado, él no sabe nada sobre supervivencia.
—Me contó, pero en realidad hubo otro chico ayudándolos a ellos dos ahí, uno que vivía en el bosque… solo que no me acuerdo su nombre.
—Ah, sí. Me había olvidado de ese detalle. Pero bueno, igual es una genia.
—Escuchame, tengo que pedirte ayuda en algo —le pidió Lucía mientras le pasaba un vaso recién lavado para que Lucas lo seque.
¿Qué pasa? Decime.
—Quiero que me hagas gancho con Sebastián.
A Lucas se le cayó el vaso en el lavatorio lleno de agua y salpicó de detergente a ambos. —¡¿Qué?!
—Sí, ¿qué tiene? Malena me dijo que te ibas a enojar, pero no pensé que iba a ser para tanto.
¡¿Malena sabe y no me contó?! Lucía… ¡vos sabés muy bien lo que hizo ese chico antes de que vengas! ¡¿Cómo puede ser que ahora te fijes en él?!
¡Bueno, Lucas! No seas tan rencoroso, calmate un poco, ¿querés? Me empapaste toda. Y no exageres.
Indignadísimo, dejó a su hermana terminando la tarea y subió a toda velocidad al cuarto de Soledad para entrar al caleidoscopio: seguramente allí pueda pensar qué era lo que tenía que hacer. No llegó a abrir la puerta completamente que se detuvo al escuchar una voz desde adentro: parecía que Soledad estaba hablando con alguien.
—Sí, estuve pensando mucho… No me gusta nada esto que estás haciendo, ¿sabés? ¿Quién te pensás que sos para venir a meterte en mi vida y en mis cosas?
¿Estaba discutiendo con alguien? Lucas consideró la idea de entrar y tomar parte de la discusión en defensa de Soledad, pero entonces se dio cuenta de que no estaba con un acompañante, sino que estaba hablando por teléfono.
—Sí, ya sé… voy a hacer lo que vos decís, pero me va a llevar un tiempo… ¡Sí, ya sé que soy la novia, pero me lleva tiempo igual! ¡Tomalo o dejalo! ¡No es fácil hundir al nene mimado de los Del Solar! Vos sabés muy bien que Álvaro es muy bueno salvándose de esas cosas, Juan Ignacio.

Entonces era oficial: Soledad había estado mintiendo todo este tiempo. Ella había venido a Rincón de Luz solo para vengarse de Álvaro. Lucas tenía que informarle de eso cuanto antes, pero no iba a ser fácil: no solo iba a demostrarle que estaba en peligro, también iba a romperle el corazón. Y no quería hacerle eso, pero Soledad no le dejaba otra alternativa.

Como estuve avisando en capítulos anteriores, después de este voy a tomarme otro receso, ¡prometo que este va a ser el último del año! Nos vemos el 1 de noviembre. Gracias por leer y comentar :)

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¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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