Capítulo 15: Temporada de caza


Media hora más tarde, mientras Soledad y Álvaro limpiaban la mesa, Lucas reunió a Julián, Tali, Carola, y Malena. Creía que iba a tener que explicarles el motivo de esa reunión, pero todos parecían tenerlo bastante claro desde el principio: Soledad y Álvaro estaban poniéndose cada vez más serios, y eso significaba que no podían seguir perdiendo el tiempo: tenían que poner manos a la obra para descubrir exactamente cuáles eran las intenciones de Soledad y cómo —en caso de que sea necesario— demostrarle a Álvaro que ella no era quien decía ser.
—Yo creo que lo mejor va a ser que nos metamos a revisar su cuarto —propuso Lucas.
¿Estás loco? ¿Mirá si nos descubren? —dijo Julián.
—No es bueno revisar las cosas privadas de los demás —señaló Carola.
—Tenés razón, Caro —admitió Malena—, pero esta es una situación extrema. Si seguimos guiándonos por lo que es malo o bueno, vamos a terminar en la nada.
—Pero no podemos ir todos, va a ser sospechoso —observó Tali—. Hasta Sebastián se daría cuenta. Va a notar que faltamos y nos va a seguir. Ni siquiera deberíamos estar reunidos ahora.
—Por eso es que no llamé a los demás, sino iban a quedarse solos Laura y él.
¿Y quién de nosotros se supone que va a ir entonces? —preguntó Julián.
Todos miraron a Lucas, sabiendo lo que iba a decir incluso antes de producir sonido alguno.
—Voy yo.
—No, vos no. Sebastián te la tiene jurada, está vigilándote todo el tiempo. Y a mí también. Tendrían que ir uno de ustedes tres —dijo Malena, dedicándole una mirada al resto del grupo.
—Conmigo no cuenten, yo no me siento cómoda revisando las cosas de Soledad —espetó Carola.
—Conmigo tampoco —añadió Julián—. Sé que es importante, pero no puedo evitar sentirme culpable. Me da algo feo al corazón de solo pensar en ir en contra de Sole.
—Aunque te copies de mí nunca te voy a perdonar lo que me hiciste, ¿sabés?
Carola hablaba del incidente que Tali había provocado: ella había engañado anónimamente a su amiga para que le corte a su novio.
—No es momento para discutir —sentenció Lucas—. Tali, ¿a vos te molestaría ir?
Tali lo pensó un momento: aunque no lo demuestre tanto, para ella Soledad también era importante y tampoco le agradaba la idea de revisar sus cosas, y mucho menos si corría el riesgo de ser atrapada: ¿Qué iban a pensar de ella?
De repente, una gran idea cruzó su mente.
—Sí, voy yo, pero con una condición.
¿Cuál?
—Que Úrsula venga conmigo.
Si iba a arriesgarse tanto, al menos le convendría tener algo de magia de su lado, ¿no?


No le tomó mucho esfuerzo convencerla: desde que se había convertido en humana, Úrsula obedecía casi todas las órdenes de Tali sin cuestionarlas. Tali creía que esa era la ventaja de que su amiga sea una extranjera en un mundo que aún le resultaba bastante desconocido, aunque tenía que admitir que lo disimulaba muy bien.
Se escabullieron rápidamente en el cuarto de Soledad cerrando la puerta silenciosamente. No tenían mucho tiempo: Soledad iba a subir las escaleras en cualquier momento.
¿Y qué se supone que tenemos que hacer ahora? —preguntó Úrsula.
¿Y qué va a ser? Usá tu magia para encontrar algo de Soledad.
¿Algo como qué?
¡No sé! Algo sospechoso: una carta, un cuchillo, un cartel que diga «odio a Álvaro Del Solar»… esas cosas.
—No existe ningún hechizo para buscar algo que ni siquiera sabés qué es.
¡¿Y para qué te traje acá entonces?!
¡No sé! ¡Lo hubieras pensado antes! No es mi culpa que no sepas qué buscar.
—Bueno, no importa. Mejor callémonos y empecemos a buscar, que Soledad ya debe estar por subir.
Se dividieron los roles: Tali, al ser la más alta, buscaba en los extremos superiores de los muebles; y Úrsula buscaba debajo de estos y en los cajones bajos.
Su búsqueda se detuvo un momento cuando, en medio de todo el asunto, un ruido estrepitoso sonó por todo el cuarto. Ambas voltearon y vieron que de uno de los muebles, en el cual ninguna de las dos había llegado a buscar aún, cayó una enorme caja llena de libros.
¿Y eso? —preguntó Úrsula, acercándose para revisar, pero decepcionándose enseguida: no eran más que novelas románticas, las cuales aparentemente Soledad coleccionaba.
¿Qué hacés? ¡Nos tenemos que ir ya! ¿No escuchaste ese ruido? ¡Todo el hogar debe estar viniendo a ver qué pasó!
—Ay, no seas exagerada, Tali. Además, si tanto te preocupan los ruidos, entonces hubieras tenido más cuidado acomodando lo que revisás.
¿Qué decís? Si yo todavía ni llegué a revisar este lado del cuarto.
—Y entonces… si vos no tiraste esta caja, y yo tampoco… ¿quién fue? —se preguntó Úrsula. Tanto ella como Tali se pusieron de pie y, desgraciadamente para ambas, hallaron la respuesta en ese mismo instante: sentado con las piernas cruzadas sobre el armario del cual la caja había caído, y con una sonrisa malvada en su rostro, Jaudín las miraba con regocijo. Úrsula, a juzgar por su expresión, hubiera preferido encontrarse al mismísimo diablo.
¡¿Qué hacés vos acá?! —gruñó.
—Ya te estás pareciendo a tu amiguita humana, Úrsula. Bah, ¿qué digo? ¡Si ahora vos también sos humana!
¿Qué querés, enanito de jardín? ¿No te das cuenta de que estamos ocupadas? —intervino Tali.
—Sí, buscando cosas de su amiguita Soledad, ¿no?
¿Y vos cómo sabés eso? —Tali retrocedió un paso instintivamente.
—Estuve espiando un poco las cosas acá. Me enteré de mucho más de lo que creen, ¿sabés?
—No respondiste lo que te preguntamos —lo interrumpió Úrsula—. ¿Qué buscás? Volvé al pozo de los lamentos y dejá de molestarnos a nosotras.
—Mmm… dejame pensarlo… NO. Me voy a quedar acá, ¿y sabés por qué? Porque voy a disfrutar molestándolas. ¿Y sabés cómo? Yendo ya mismo a contarle a Soledad lo que están haciendo con sus cosas.
Jaudín descendió, cayendo de pie sobre el suelo, y se dirigió hacia la puerta, pero ambas se interpusieron, bloqueándole el paso.
—Vos no vas a ningún lado —le advirtió Tali.
¿Ah, no? Puedo salir por la ventana, los gnomos somos muy buenos escalando. Llegaría a la cocina en menos de quince segundos.
¡Eso si te dejamos! —exclamó Tali, y haciéndole una seña a Úrsula, comenzó a perseguirlo por todo el cuarto mientras su amiga disparaba docenas de hechizos intentando paralizar a Jaudín.
Después de algunos minutos tras él, aunque a Tali le habían parecido solo unos segundos, Jaudín se burló por última vez de las dos y desapareció.
—Uf… por fin se fue —suspiró Úrsula, aliviada—. Espero que nadie nos haya escuchado. Me parece muy raro que haya querido hacer eso… los gnomos son gruñones y les gusta molestar a la gente, pero hasta Jaudín tiene su límite. Nunca pensé que se iría a meter con algo tan importante como el secreto de Soledad.
—No lo hizo para contarlo, fue para otra cosa que nos hizo perseguirlo.
¿Y para qué…? —comenzó, pero se detuvo al observar el cuarto: sábanas colgando de las ventanas, libros esparcidos por todo el espacio, una lámpara sobre la cama, y tanta cantidad de hojas sobre el suelo que ya hasta parecía un empapelado desprolijo.
¡Soledad nos va a matar! —exclamó Tali.
—No conmigo en el equipo —señaló Úrsula con despreocupación. Chasqueó entonces sus dedos, y los objetos regresaron rápidamente a su lugar.
¡¿Cómo hiciste eso?! ¡Sos una genia, Úrsula!
—Había sacado una copia mágica de la ubicación de los objetos cuando entramos, supuse que se iba a desordenar un poco cuando busquemos, solo que no sabía que iba a ser para tanto.
De repente se oyeron pasos a la distancia.
—Bueno, ya tuvimos suficiente riesgo por hoy. Alguien está viniendo, vayámonos antes de que Soledad nos encuentre. O peor todavía: Jaudín.


Dos horas más tarde, cuando ya era un poco más de medianoche y Soledad estaba a punto de vestirse para ir a dormir, su teléfono celular sonó. La pantalla decía «Llamada entrante: Clarita». Preocupada, atendió rápidamente.
¿Qué pasó? Vos nunca llamás tan tarde. ¿Está todo bien?
—Sole… no, no está todo bien…
¿Qué pasó, Clarita? ¡Decime!
—Es que… —A Clarita le temblaba la voz—. Es él, Soledad. Tuvo una recaída importante. Está muy grave, y los doctores dicen que puede llegar a ser irreversible.


Quince minutos más tarde, sin dar explicación alguna, Soledad ingresó al cuarto de Álvaro con los ojos llenos de lágrimas y sosteniendo un pequeño bolso con su mano izquierda.
¿Qué pasa, Sole? —le preguntó él, despertando. Su cuarto inmenso en la oscuridad total, únicamente iluminado por la poca luz que llegaba a filtrarse desde el pasillo.
—Me tengo que ir. No me preguntes por qué, pero me voy a Buenos Aires. Y no sé cuándo vuelvo. Perdón.
¿Qué? —Álvaro se puso de pie junto a su cama, de repente mucho más despierto. —¿Qué pasó? ¿Estás bien?
—No tengo tiempo para los detalles, simplemente tengo que irme de urgencia. Te llamo tan pronto como pueda —dijo con la voz temblorosa, y cerró la puerta de inmediato. Álvaro, después de tomarse unos segundos para procesar lo que acababa de oír, salió al pasillo y descendió a la sala principal.
¡Soledad, esperá!

Pero era demasiado tarde: Soledad ya se había ido.


Como había avisado la semana pasada, después de la publicación de este capítulo voy a tener que tomarme un receso. ¡Nos vemos para el próximo capítulo el domingo 26 de julio! :) Gracias por leer.

2 comentarios:

  1. Muy buen capítulo!! Siempre me gustó el personaje de Úrsula, y que tenga poderes es una ventaja para los chicos, bue para Tali, que es la unica que lo sabe. Hasta el 26 de Julio!

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  2. Ahora a esperar.....
    El capitulo me encanto!
    Veremos que pasa ahora con Soledad

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¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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